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Nuestro interés es orientar a los caminantes que en sus futuros viajes pasen o permanescan por un corto lapso de tiempo en São Paulo. En tal caso lo más indicado es aceptar la ayuda de alguien que conozca la ciudad, sea un taxista o una amistad, y dejarse llevar. |
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Definitivamente no es nuestro deseo dar una orientación detallada de las calles y lugares de una ciudad como esta. No hemos estado allí el suficiente tiempo para poder hacerlo y en el caso de São Paulo tendriamos que dedicar a Caminando sin rumbo a solo ese fin, sin poder garantizar que lo lograriamos. |
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Captar una idea de como es la ciudad sin crear patrones que desvien a ese caminante de su propio camino. Remover el miedo a lo desconocido sin estropear la sorpresa. Cada uno tiene que encontrar sus calles, edificios, monumentos, y quien sabe que más. |
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Por dentro de la ciudad corren autopistas amplias y extensas que tal parecen no tener fin. En el centro son estrechas y pintorescas como en toda ciudad que ya tiene sus años. En otras partes tienen curvas y suben y bajan de acuerdo al relieve que puede ser relativamente accidentado en ciertas partes. |
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El tráfico puede ser moderado o bien congestionado, dependiendo del día y la hora. Cuando se pone la cosa seria, la norma es darle paso al otro auto, que ya tiene más que la defensa metida delante de uno. No es como en otros lugares que lo chocan. No, allí pude ser desesperante, pero siempre vimos que se le dio paso al atravesado. Por eso, y otras cositas, uno debe dejar que sea alguien de allí quien guie, o al menos hasta que nos aclimatemos. |
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Y una de las otras cositas son las leyes. En las calles, y todos los otros respectos, en São Paulo, y todo el Brasil que hemos visto, hay leyes. No es como algunos anuncios indican que aquello allí es un libertinaje. Muy lejos del relajito están esta gente. Que sean amables y hospitalarios, se lo aseguramos, pero el relajo tiene que ser con orden. |
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