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Cuando en el ámbito de los caminantes sin rumbo hablamos de Machu Picchu, estamos hablando palabras mayores. Todos los que lo hemos visitado concordamos en que existen pocos lugares como esta ciudad en nuestro planeta. Algunos destacan la mística, otros el descubrimiento y la historia, y aun otros como nosotros, el ejemplo en la posibilidad del balance ecológico entre la creación del hombre y la naturaleza. Lo simpático es que todos los pensamientos son positivos. Sería bonito si todos pudiéramos visitarlo. ¿Quién sabe, tal vez se nos aclare un poco la mente? |
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Siendo sinceros, sabemos que nos falta mucho por caminar. Pero hasta ahora, sólo las sensaciones ante la inmensidad de los lagos y bosques en las Rocosas Canadienses se comparan con las que percibimos en Machu Picchu.
Todas las construcciones se encuentran en orden y balance perfecto con la naturaleza. Entre los inmensos conos de las montañas que la rodean, la ciudad aparenta ser una miniatura. Como si hubiera sido diseñada por alguien que estaba viendo y ordenando todo un escenario desde la galería de un teatro. Cuando nos encontramos dentro de ella, las dimensiones no son tan pequeñas. |
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Machu Picchu es una de las muchas ciudades que los Incas construyeron en los Andes. Está situada sobre una montaña, rodeada en su mayor parte por un abismo de 400 metros. Al sur de ella se distingue otra montaña aun más alta y de la cual toma el nombre la ciudad. En las faldas de esta montaña encontramos las terrazas de cultivo que abastecían a la población; nos dijeron que entre otras cosechas los Incas allí sembraban papas y maíz. El Camino Inca también se extiende por las faldas de Machu Picchu llegando hasta la Puerta del Sol en la sima de las laderas para después continuar al Valle Sagrado y el resto de las ruinas de lo que fue el Imperio Inca. |
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Aunque de acuerdo a ciertos estudios y la apariencia de la ciudad, no era un asentamiento rutinario en la expansión de un imperio. Definitivamente esta localidad tiene gran gracia. Las montañas que rodean el plano donde descansa la ciudad tal aparentan ser gigantes resguardando algo muy apreciado. Antes de los arreglos para los turistas modernos, como nosotros y usted, era impenetrable sólo siendo accesible por el Camino Inca. Claro que siempre se puede encontrar la forma de escalar los 400 metros desde el río, pero quien lo tratara sería detectado mucho antes de llegar. Algunos estiman que era una fortaleza, otros que era un sitio religioso y la gran mayoría opinan que sin lugar a dudas era un lugar visitado por el propio Inca, emperador y señor del imperio de los Andes. |
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Llegamos poco antes del mediodía en el primer tren de Cusco. Por un buen rato nuestro guía nos condujo y explicó muchos detalles de las construcciones y costumbres de la región. Por la tarde descansamos y al otro día, aun a oscuras, estábamos listos para volver a empezar. La niebla refrescante lo cubría todo. Emprendimos montaña arriba por el Camino Inca. Desde las alturas ver disiparse las nubes y surgir Machu Picchu es algo que no se puede describir. |
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Cuando le sea posible ir, le recomendamos que lleve repelente para los insectos, tal vez no le haga falta, pero tal vez sí. Agua u otro líquido para calmar la sed. Cuando fuimos hacía calor y caminamos mucho, dentro de la ciudad no había vendedores de ningún tipo. Zapatos bien cómodos pero fuertes, botas de excursionista o buenos zapatos tenis, todas las escaleras y caminos son de piedra sólida. Y empiece descansado, para que por lo menos llegue hasta la mitad.
Un error que vimos otros turistas cometer fue el separarse de su grupo. Realmente Machu Picchu es algo engañador porque todo aparenta ser tan fácil, tan al alcance de la mano. No es así. Los caminos dentro de las ruinas (no son calles) se desaparecen tras las piedras. Parece una ciudad de juegos infantiles, sin embargo los otros turistas llevaban horas buscando a sus compañeros y no los encontraban. Por suerte no es muy grande y excepto por el Camino Inca, sólo tiene una entrada y salida. También tiene una plaza central, cubierta de hierba, donde pueden acordar encontrarse si es que se tienen que separar. No se olvide fijar una hora y tal vez otro punto de encuentro, como la cafetería o baños públicos en la entrada, más tarde. O al menos esté seguro que los teléfonos portátiles estén funcionando. Vimos una muchacha que estaba desesperada buscando sus amistades; esa noche en el restaurante del hotel la volvimos a ver ya acompañada y mucho más tranquila. |
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