Caminando sin rumbo
Viaje a Machu Picchu




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Machu Picchu es una de las maravillas de las Américas precolombinas que logro sobrevivir los destrozos de las “conquistas”. Se puede considerar un acto de suerte, porque la gran mayoría de las muchas maravillas de aquellos tiempos fueron destruidas por una razón u otra. Se puede considerar un acto de olvido, porque permaneció abandonada por muchos años, en realidad siglos. Lo cierto es que esta ciudad de tiempos remotos no es muy accesible y su localidad tal vez haya sido su salvación.

Aun hoy en día no es fácil llegar hasta allí. Claro existen todas las comodidades del mundo y la travesía es encantadora. Pero a no ser que usted tenga dinero para botar y pueda rentar un helicóptero, el llegar a Machu Picchu le va a tomar de dos a tres días. Que si tiene buena alma de caminante, serán una aventura.

Nuestro viaje comenzó en la ciudad de Cusco. Irónicamente es tanto el deseo de los turistas de llegar a Machu Picchu que no le prestan mucha atención a lo que fue la capital del imperio Inca. En Cusco, y en toda la región entre estas dos localidades, hay un sinfín de ruinas de gran valor cultural. No se apure que ya llegará y trate de disfrutar el viaje que es de gran belleza en su totalidad.


Tren de Cusco a Aguas Calientes.

En Cusco nuestros guías nos llevaron al tren que de madrugada emprende el viaje rumbo a Aguas Calientes. El tren sale del valle de Cusco haciendo una serie de zigzag hasta que ya toma su línea abierta. Cruza pueblos y villas, en algunos casos se pueden ver las personas bien de cerca. En otras zonas los valles y las montañas son impresionantes. No sabemos si es igual para todos los turistas pero a nosotros nos dieron un ligero y apetitoso desayuno en el tren, también nos sirvieron sodas.

Al cabo de unas tres horas llegamos al pueblecito de Aguas Calientes. Nos bajamos del tren y atravesamos una sección del pintoresco pueblo. Allí nos montamos en un pequeño ómnibus, de unos 20 pasajeros. Tan pronto todos los asientos estaban ocupados, el ómnibus hecho andar. Por un terraplén que era casi todo curvas subió los 400 metros hasta llegar a la entrada a Machu Picchu.

Algunos turistas regresaron a Cusco esa misma tarde, nosotros hicimos noche.

Paisajes inolvidables.

Los ómnibus en la entrada de Machu Picchu.
Cafeteria al fresco. Hay otra mucho más grande dentro del edificio desde donde tomamos esta foto. Entrada a Machu Picchu a la izquierda superior de esta foto.

En un descanso de la montaña, justo antes de entrar a Machu Picchu, han construido un hotel, un restaurante, baños públicos y una cafetería. Fue en ese hotel donde nos hospedamos.

El servicio del hotel es muy bueno y la cena fue excelente. Aunque a no ser por el bar del hotel, la noche es totalmente silente y no hay mucho que hacer. Sin embargo, aun no ha amanecido y ya los caminantes se ven subiendo hacia Machu Picchu y bajando, que vienen del camino Inca, hacia Aguas Calientes. Eso tal parece ser algo peligroso, a no ser que usted sea alpinista.

En general, es un viaje de al menos un día desde Cusco. Una aventura llena de agradables sorpresas y con facilidades para satisfacer a todo tipo de visitante.

Pero el viaje no termina ahí, porque hay que tomar el tren de vuelta a Cusco. Comienza esta travesía no muy tarde después del mediodía. Aquellos pueblos que aun dormían cuando los pasamos en la ida, ahora están despierto, aprovechando las últimas luces del día. No sabemos si es parte de la atracción turística o sencillamente que todo nos fue tan agradable. Ya al final de la línea abierta, cuando el tren se dispone a comenzar su zigzag de vuelta para bajar al valle de Cusco, se observa toda la ciudad iluminada. La Plaza Mayor de Cusco toda alumbrada, con sus dos majestuosas iglesias resplandeciendo al brillo de las bombillas, es una vista imposible de olvidar.





Caminando sin rumbo, vamos por el mundo.

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Última Revisión: 1 de Diciembre del 2003
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