En el punto culminante de la ciudad de Río de Janeiro, sobre el monte Corcovado a una altura de 710 metros, se distingue la figura de Cristo Redentor. La impresionante imagen con los brazos abiertos se ve desde la lejanía como una gran cruz blanca sobre la verde selva que cubre las alturas del mundialmente conocido monte Corcovado.

En nuestro viaje a Río de Janeiro tuvimos la gran suerte de tener un día favorable y poder visitar el monumento del Cristo Redentor. El ascenso lo hicimos en carro, existe también la opción de subir en un trencito dedicado a ese propósito. Dicen que ese paseo en tren es una experiencia en sí. La estación del tren la vimos según pasábamos por la calle frente a ella y en el monumento pudimos observar al tren mientras esperaba por los pasajeros para comenzar su viaje de regreso; no nos cabe duda que nos perdimos algo bueno.

Si el Cristo Redentor desde las playas de Río de Janeiro es impresionante, ver la imagen de cerca es conmovedor. La altura de treinta metros, sobre los ocho de la base, nos hizo sentir como mendigos cuando frente a él nos paramos. Siendo la imagen del propio Cristo la que este monumento trata de proyectar, realmente, no es tan esencial ser importante o insignificante siempre que en su presencia se nos permita estar.

Después de estar un rato en la pequeña plataforma alrededor del monumento fuimos a unas tiendas de souvenir. No recordamos si almorzamos o si sólo fue una merienda lo que comimos en la cafetería que también está dentro del complejo. Sí recordamos estar en las sillas sentados admirando la vista de la zona de Lagoa y más allá Ipanema y Leblon. Desde la plataforma del Cristo ya habíamos disfrutado de las vistas de la bahía de Guanabara, el centro de Río de Janeiro y las otras playas.

Una vez que ya estábamos complacidos, nuestro guía nos llevó a ver la selva que crece a esa altura en el Corcovado. Pero bueno, esa historia la contamos en la página de la Floresta.