Nuestro viaje a Río de Janeiro, en diciembre, no coincidió con los famosos carnavales de esta ciudad. Sin embargo, ya el calor de las escuelas de samba se empezaba a sentir y tuvimos la oportunidad de ver algo de las preparaciones que eventualmente culminarían en febrero del próximo año en los célebres carnavales. No, no son tres meses de preparación, es todo el año; según nos dijeron tan pronto termina el carnaval ya se empieza a trabajar en el del próximo año. En diciembre es cuando ya los ánimos no se pueden contener y se empieza a notar la inquietud.

Dos fueron las veces que pudimos disfrutar de la música y el ambiente festivo de las escuelas de samba. La primera vez fue cuando fuimos a una presentación que hace una de estas escuelas en su propio salón. No estamos seguros si estas presentaciones son todo el año, pero ya en diciembre las estaban haciendo una vez a la semana. Cuando fuimos de día a averiguar como era lo de las entradas, nos permitieron pasar al salón y aquel espacio es inmenso. Esa noche, el barrio entero estaba de fiesta; en la puerta eran grupos y más grupos de personas que venían a celebrar; bueno, aquello allá adentro se llenó. Todo muy organizado, parqueadores en las calles y miembros de la misma escuela manteniendo el orden dentro y fuera del salón.

Comenzó con la música de la batería, o banda de instrumentos de percusión. El ritmo de la samba penetra en unos más rápido que en otros; eventualmente todos estamos en movimiento. Entonces las muchachas en sus fantasías de carnaval bailan en el escenario. Algunas de ellas bien simpáticas y con un carácter bien zalamero. Después presentaron las banderas; es ahí donde se nota los años de preparación que se toma montar una coreografía como la que se ve en los carnavales. La música, los movimientos, hasta los colores, son parte de estas personas. No sabemos si son profesionales pero se nota mucha disciplina y todo detalladamente ensayado.

Así continuó toda aquella alegría por un largo tiempo; nos dijeron que apenas estaba comenzando. Nosotros decidimos que ya era hora de marcharnos y nos encaminamos al hotel.

Al otro día, para nuestra sorpresa, vimos un grupo de una de las escuelas preparando un desfile en la propia Copacabana. Por los colores y la bandera, estimamos que debe de haber sido la Academia de Salgueiro, la misma que habíamos visto la noche anterior, la que estaba haciendo la práctica.

En varias ocasiones, según nos trasladábamos por la ciudad, pasamos cerca del Sambódromo. Una calle cerrada con altas gradas donde se celebran desfiles de los Carnavales de Río de Janeiro. El público se acomoda en las gradas que tienen una capacidad para noventa mil espectadores, mientras las escuelas de samba hacen su presentación en la calle o Passarela do Samba, pero bueno, de eso sabemos todos y nosotros aun estamos por ir a disfrutarlos.

Hay muchas escuelas de samba y están agrupadas en divisiones. Son de estas divisiones las más distinguidas las que se presentan en el Sambódromo durante los carnavales. Las otras divisiones desfilan en otros lugares en la ciudad. No sabemos como es la seguridad en el presente; hemos oído muchas historias muy desagradables de personas que han ido a ver los desfiles.