El jade es una piedra dura, durísima. Una vez que se pule y llega a obtener brillo tiene el aspecto de jabón mojado. El jade puede ser transparente, como el que vemos frecuentemente utilizado en adornos hechos en China, y el opaco que es el que encontramos en Guatemala.

Durante nuestra visita a la ciudad de Antigua, Guatemala, tuvimos la oportunidad de ir a un lugar donde elaboran el jade. No le llamamos fábrica porque el ambiente donde trabajan no merece ser degradado así. Era una residencia muy vieja convertida en taller. Los cuartos donde trabajaban la piedra daban al patio interior. Estos no tenían puertas. El fresco y la vista del patio hacían de cada cuarto un estudio.

En la naturaleza el jade se encuentra en forma de roca. Estas rocas no se parecen en nada a las piezas ya terminadas. Si no fuera porque nos pasearon a través de todo el proceso, tal vez no lo hubiésemos creído.

Los expertos escogen las que no demuestren tener vetas o fallas. Una vez hecha la selección, la cortan de acuerdo a la pieza que necesiten. Cuando son cuentas, digamos para un collar, pican la piedra en pequeños cubos. Entonces los taladran para poder sostenerlos mientras los pulen. Al final terminan con una esfera, que si es chiquita se asemeja a una perla.

En el taller también hacían trabajos más complicados. Reproducían muchas de las obras Mayas con gran exactitud.

Las caretas son unas de las obras más interesantes y complicadas. Para hacerlas se basan en estudios de las originales. Primero preparan cada una de las piezas. Esto incluye escoger la tonalidad, cortarla y pulirla cosa de que todas sean similares. Después, sobre una base de madera, las van montando como armando un rompecabezas. Una vez que todas están presentadas, le echan un derretido de cemento que cubre las rendijas entre las piezas. Al final, no solo presenciamos una obra de arte sino que se toma un experto para poder diferenciarlas de las reliquias en los museos.

El jade guatemalteco se consigue en varios colores. Los mayas utilizaban el negro en sus ceremonias de magia oculta. El verde claro era el indicado para abrir las puertas del más allá después de la muerte. Este color es el que se encuentra en las tumbas en la forma de collares, vasijas, y otros utensilios. Era tan apreciado que al cadáver se le ponía una pequeña pieza de jade debajo de la lengua. Un color también muy deseado era el jaguar, verde oscuro con pintas casi negras. Nos dijeron que este color se usaba en amuletos de buena suerte. Y como un poco de buena suerte nunca viene mal, ese fue el color de la pieza que escogimos.