Toda la zona norte del Petén se ha designado una reserva natural. Al sur y a continuación de esta región se encuentra el parque nacional Tikal. A pesar de su inmensa extensión, el parque es una fracción de la selva que cubre toda esta área.

La reserva no es accesible al público en general. Es excesivamente peligrosa para aquellos que no conocen su naturaleza. Según nos informaron hay plantas tóxicas, hormigas venenosas, jaguares, pumas y sabe Dios cuanto más. Aunque el peor peligro es perderse allá adentro, muy posible que no salga.

Tikal ofrece una muestra bien balanceada de la selva. Con el propósito de poder presentar al mundo las increíbles reliquias Mayas que allí se encuentran, se han hecho senderos por dentro de la maleza. Estos estrechos caminos no afectan la vegetación, es más, es muy probable que desaparezcan en poco tiempo si se dejan de andar. Al visitar el parque, las personas que no estamos educadas en los misterios de la selva, podemos penetrar en ella por estos senderos con el menor riesgo posible.

Nosotros estuvimos acompañados por un guía casi todo el tiempo. Él muy simpático, no subió el Templo IV, lo cual después de todo le agradecemos, porque es una experiencia muy personal. Y cuando volvamos a ir, es muy probable que contratemos el mismo servicio. Con el mapa, lo que ya conocemos, y sin salirnos de los caminos, estamos seguros que no nos vamos a perder. Pero algo nos dice que todo esto es apenas la corteza.