Complacido nuestro interés por lo extraordinario salimos del Castillo de Windsor caminando sin rumbo por las calles de la ciudad. Nuestras mentes aun no habían recobrado todo el conciente cuando sentimos que algo nos halaba, algo así como una atracción magnética. Como no es primera vez que nos sucede, sencillamente fuimos en la dirección de la atracción. Después de una corta caminada, de dos o tres cuadras de la estación de trenes, nos encontramos en la orilla del Támesis.

Es tan bello aquello. Los cisnes nadan con la elegancia de los ángeles y los patos patalean a su alrededor como pequeños pícaros querubines. Los árboles crecen y sus ramas se arquean; sus hojas acarician el agua. Los niños alimentan a las aves acuáticas mientras los barcos turísticos se preparan para partir o llegar. No es simplemente armónico, es completo; un círculo cerrado.

Tomamos las fotos que pudimos. Ninguna se acerca a presentar aquellos momentos a orillas del río. Uno de esos lugares tranquilos donde el observador no desea moverse cosa de no romper la calma. Actuando de esta forma, inconscientemente se vuelve parte del lugar. Aparentemente la atracción del Támesis es bien fuerte y otros extraños llegan al lugar. Sus movimientos rompen el hechizo y nosotros estamos de vuelta en nuestro viaje por Inglaterra.

Uniendo a Windsor con Eton sobre el Támesis está el puente Windsor. Mucha historia aparenta acompañar a este puente, como una placa indica. Cruzamos el puente, pero antes de llegar a la otra orilla, miramos brevemente al Támesis. No hay dudas que es el mismo río que vemos en Londres; pero mientras que en Londres nos enseña su vigor, en esta sección de Windsor y Eton nos deja ver su encanto.

Para aquellos que puedan tener más tiempo del que nosotros tuvimos en nuestra visita, hay otros lugares a lo largo de las orillas del Támesis con vistas inolvidables del río y el Castillo de Windsor también. Hay disponibles paseos en barcos turísticos. Como tantos otros lugares en Inglaterra, literalmente la historia espera al doblar de una esquina; bueno, en el Támesis, en cada puente, isla, dique y doblar del río y en esta zona de Windsor y Eton hay muchos de ellos.