La puntualidad es un dato que resalta en la cultura inglesa. Julio Vernes lo captó y fue gran parte en la definición de su prototipo del caballero inglés. Con respecto al tiempo, un inglés nunca llega adelantado o tarde, siempre a tiempo; bueno, al menos en concepto.

Dada esta obsesión con ser puntual, es necesario tener un buen reloj, o saber donde hay uno del cual se puede depender. En Londres eso no es problema, porque por todas partes hay relojes bien visibles. Fueron tantos los que vimos que llegamos a la conclusión que no puede ser cosa de marcar el tiempo sino de decoración. Sólo para comprobar si nuestra tesis tenía validez nos fijamos en varios de ellos. Todos estaban trabajando y los que comparamos con nuestro reloj marcaban el tiempo exacto, como si todos estuviesen sincronizados a Big Ben, que fue por el que nosotros nos pusimos en hora. Claro, la tesis tiene su mérito porque los relojes solares, de los cuales hay muchos que parecen haber sido instalados no hace mucho, en los días nublados, y sobre todo de noche, sólo sirven de bonitos.

Realmente los relojes en la arquitectura y como parte de la decoración de las calles lo consideramos un tópico muy interesante, práctico y de buen gusto. Aparentemente los ingleses han mantenido este concepto por muchos años y es encantador ver esta herramienta de nuestra civilización presentada en tantas formas diferentes. ¿Se imagina usted si un extra terrestre aterrizara en Londres? ¿Pensará que es una religión o acertará y comprenderá que es sólo parte de la cultura? De verdad que tienen mucho arte estos relojes porque nos hacen pensar en cosas tan ajenas al tiempo que es maravilloso.

De los relojes que vimos los que más nos gustaron, claro exceptuando a Big Ben, fueron dos relojes solares en las paredes. Uno de ellos está en el Tower de Londres; tratamos de lograr mejor posición para retratarlo pero en el intento entramos por donde no era y fuimos a parar al otro lado de la fortaleza, en el proceso nos olvidamos del reloj y no nos acordamos de él hasta que ya estábamos lejos de esta área. El otro fue en Eton. Por cierto, en este pueblo fue donde más cosas extrañas vimos en todo el viaje, algunas de ellas que de verdad dan miedo (freaky!!!).