Londres es famoso por sus callejones y recovecos. Es una ciudad donde se ha conservado gran parte del diseño que precede la era del automóvil, pasando a ser las calles de aquellos tiempos las callejuelas de nuestros días. En ciertos lugares son bien estrechas y donde los edificios alcanzan la altura de varias plantas hay veces se crea la impresión que son como cuevas.

Algunas de los callejones que vimos estaban desolados, deben de ser tétricos de noche. En otros había mucha actividad que invitaba a entrar porque aquello parecía divertido; una vez en medio de todo aquel ambiente diligente es como estar en una fiesta.

Los secretos que estos callejones hay veces presentan nos hacen reflexionar, como el arte en sus paredes justifica el esfuerzo requerido en realizar la propia obra o cualquier otra. Son como rincones que insinúan ser investigados y hay veces que en esas búsquedas encontramos detalles inesperados, como tiendas de antigüedades con medallas que demuestran el sacrificio de una persona por una causa que hoy en día nadie recuerda, tiendas de colecciones del como fue y posiblemente nunca volverá a ser, excelentes cafés para olvidar y reír, y tantas otras cosas más que no nos hubiésemos imaginado antes de entrar en la cueva.

Próximo a la calle Regent, entre las calles Coventry y Oxford hay muchas de estas callejuelas. Algunas de ellas, como Carnaby Street, están adaptadas para el turismo con tiendas y cafés. Estuvimos por esa área un par de veces y la pasamos muy bien.