Cuando hablamos de relojes, aquellos que hemos tenido la suerte de haber visitado Londres, uno de los relojes que primero nos viene a la mente es Big Ben. Es el tamaño de los cuatro relojes en la Torre del Reloj en el Palacio de Westminster o Casa del Parlamento, es la elegancia de la torre en sí, o el conjunto de la torre y el palacio, ¿quién sabe? pero definitivamente, Big Ben es uno de los primeros en resaltar en la memoria.

Realmente son pocas las personas que han visto a Big Ben, porque usualmente cuando estamos cerca de la Torre del Reloj no es Big Ben lo que vemos pero sí lo oímos cada hora. En esta torre, como parte del mecanismo de los cuatro relojes que vemos, hay cinco campanas; las más grande de ellas, que repica cada hora, es Big Ben. Se le apodó así por su parecido al jefe de obras de Londres, llamado Benjamín, cuando se construyó la torre y el reloj. El nombre pegó y ahora cuando decimos Big Ben muchas veces hasta incluimos la torre en la definición.

Entonces surge la pregunta ¿Dónde es el mejor lugar para oír a Big Ben? ¿Será próximo a la torre? ¿O tal vez en el parque en frente? Bueno, para oír a Big Ben no es necesario ir a esa área, llamada Westminster, de Londres; es más, ni siquiera hay que ir a Londres. El mejor lugar para oír la bella melodía que esta campana nos brinda sólo tiene que sintonizar la BBC y desde su asiento favorito en su casa la puede oír cada hora. Sí, ese es Big Ben siendo oído en todo el mundo veinticuatro veces cada día.

Cada uno de los relojes que vemos en la torre tiene un diámetro de 23 pies, que son como unos 7.5 metros. En cada uno de ellos hay una inscripción que dice algo así como “Dios salve a nuestra majestad la Reina Victoria”. La torre logra una altura de 316 pies, sobrepasa los 105 metros. Y Big Ben tiene un diámetro de 8 pies, 2.67 metros, y pesa 13.5 toneladas.

La torre se le agregó al Palacio de Westminster como parte de una reconstrucción que se le hizo. Se terminó la torre en 1856 después de trece años que tomó construirla. La campana mayor original, Big Ben, después de un corto tiempo en uso se rajó y tuvo que ser reemplazada, poniéndose en uso la nueva campana en 1859. Pero las cosas tampoco empezaron del todo bien para este segundo Big Ben; al igual que la anterior, a los dos meses de uso también se rajó. Esta vez se le dio un cuarto de vuelta y se sustituyó el martillo que la hace sonar por uno más ligero. El remedio trabajó y ese es el Big Ben actual. Y el mecanismo de los relojes sólo ha costado unos centavos mantenerlo puntual todos estos años; los centavos es todo el contrapeso que el péndulo ha requerido para mantener la precisión.