Buenos Aires es una ciudad de plazas y parques. Es cierto que es increíble la cantidad de edificios que hay, pero las plazas y parques no se quedan atrás.

Fascinación tienen los porteños por ir a caminar, hacer ejercicios, o sencillamente descansar en sus parques. El sábado y domingo de la semana que pasamos en Buenos Aires fueron días nublados con algunas lluvias. Nosotros no podíamos perder la oportunidad, y aunque el tiempo estaba perfecto para las actividades bajo techo, preferimos salir. La decisión era bien clara, o lo hacíamos o no, y siempre dada esta opción tratamos de hacerlo. Bueno, los dos días estuvieron relativamente malos y en los parques se veían un gran número de personas. Nuestra amiga de Buenos Aires, que nos acompañaba, nos dijo que si el día hubiese estado bueno, aquellos parques estarían repletos de personas.

Dos o tres días después el tiempo mejoró y aprovechamos para volver a darle un vistazo a las áreas verdes. En efecto, aun días entre semana, en horas laboréales, en todos aquellos parques había vida. Con razón, porque muchos son bellezas. Los árboles florecidos, los lagos, la hierba muy bien mantenida, los caminos por dentro de la vegetación bien marcados invitan a caminar. Realmente muchos de los parques parecen ser jardines botánicos.

Hubo una cosa que faltaba, y hasta cierto punto nos entristeció. No vimos muchos jóvenes, ni tampoco niños y niñas. Debido a la lluvia y nuestro corto viaje sólo pudimos disfrutar a plenitud de los parques en horas escolares y tenemos entendido que ya a finales de noviembre, cuando nosotros visitamos, están en pruebas finales. Tal vez, en el próximo viaje a Buenos Aires, logremos ver estos parques en todo su esplendor.