La relación de la cultura china y el jade es antiquísima, según algunos entendidos en la materia se remonta al menos a unos nueve mil años. Ya desde tiempos prehistóricos se utilizaba en artefactos que es posible fueran amuletos o de cierta forma relacionados con las creencias supernaturales.

La elaboración del jade en China ha logrado un alto nivel de especialización. Algunas piezas son verdaderos tesoros artísticos; se dice que habían piezas en el palacio imperial que tomó más de setenta años, y posiblemente algunas más de cien, el hacerlas. Lo cual indica que requerió varias generaciones de expertos artesanos el poder hacer algunos de los preciosos trabajos que hoy se exhiben en los museos.

El jade realmente es una roca que contiene jadeíta o nefrita. De acuerdo a cual de estos minerales tiene varía la consistencia de la roca. El que se utilizaba en China era el jade suave (nefrita), hasta hace unos 250 años que se introdujo el jade duro (jadeíta).

De acuerdo a otros minerales presentes el jade puede ser de varios colores: verde, blanco crema, rosado, amarillento, rojizo, gris, y otros. Es posible que la tonalidad sea uniforme o que se presente en betas de diferentes tonalidades de un mismo color o combinación de ellos. Usualmente la pieza terminada es opaca, siendo las transparentes muy deseadas.

Ya en otro viaje anterior tuvimos la suerte de poder presenciar el proceso de elaborar el jade. Ese viaje fue a Guatemala y es que en las Américas el jade también se ha trabajado y en ciertos lugares ha llegado a ser parte de la cultura, y creencias, desde tiempos prehistóricos.