En la madrugada del día siguiente de salir el crucero de Miami llegó a Cayo Hueso. Después del desayuno dieron el permiso para el desembarque y siendo unos de los primeros en el crucero donde viajábamos nos hicimos a tierra. Como había otro crucero en puerto, que aparentemente llegó antes que el nuestro, atracamos en un muelle que se encuentra dentro de la reserva militar. Unos carritos de la comisión turística de Cayo Hueso nos transportaron hasta el mercado, en el centro, de Cayo Hueso.

Tan pronto nos trasladaron al centro de la ciudad, lo primero que hicimos fue ir a visitar a nuestras amistades en el querido Cayo. Una vez los vimos y saludamos, continuamos a alquilar uno de los carritos de golf convertidos en carros de alquiler.

La señora que nos alquiló el carrito nos dijo que la semana anterior, a consecuencias de un ciclón que azotó el Caribe, varios cruceros fueron desviados a Cayo Hueso. Para el beneficio de aquellas personas que no han viajado en estos cruceros, usualmente cada viaje tiene ciertas paradas y cuando no pueden hacer una de ellas tratan de ir a otro puerto, como es el caso durante los ciclones que fue lo que ocurrió aquí. Bueno, nos dijo esa señora que nunca había visto tantos cruceros juntos en Cayo Hueso. Por cierto, este viaje fue a finales de agosto del 2007 y el ciclón al cual nos referimos fue el llamado Dean.

Magnífica idea la de alquilar el carrito porque en Cayo Hueso lo mejor es tomar las cosas con calma y disfrutar de todos los detallitos que son incontables, pero como el crucero sólo está aquí por unas horas y nosotros queríamos tomar fotos y visitar varios lugares conocidos, necesitábamos alta velocidad que estos superveloz vehículos proveen.

Fuimos a una marina a ver como estaba el ambiente. Comimos frituras de caracol, plato típico de Cayo Hueso y los Cayos de la Florida. Tratamos de ver algo de la avifauna del Cayo, conformándonos con un zarapito, algunas gaviotas, muchos gallos de los que andan sueltos por Cayo Hueso y un par de pericos muy bien amaestrados pero que de su presencia en el Cayo no tiene nada de natural.

Apenas habíamos empezado, ya era hora de regresar al crucero. Lo cual fue en parte una desilusión porque nos gusta tanto estar en Cayo Hueso pero en el barco nos esperaban muchas otras actividades tan placenteras que realmente fue como una comida solamente compuesta de dos postres.